Hace unos años
llegué a la tierra donde hoy vivo y me sorprendí de la amplia fauna que nos
rodea. Los insectos comenzaron a aflorar en el patio de la casa y tuve que
acostumbrarme a ellos. Le perdí el miedo al alacrán y a las tarántulas. Las
iguanas, las zarigüeyas y las serpientes también me visitaron incluso dentro de
mi habitación. A mi madre un día casi le da un infarto con uno de los
visitantes. Era común ver un venado asomarse a la carretera cuando
viajábamos muy temprano en la madrugada y otros tantos mamíferos pequeños.
Últimamente no he tenido esa suerte, es el precio que pagamos por el
desarrollo. O más bien, no por el desarrollo y sí por el daño irrespetuoso al
medio ambiente.
Las hermosas aves
aún las veo a través de la ventana de mi cuarto y las mariposas todavía me
visitan. Nuestra amiga, la mariposa azul se cuela a cada rato en nuestra
oficina con su mensaje de alegría y amor. Sus alas iridiscentes, marrones o
azules según el movimiento y el impacto de la luz, son una belleza. Dicen que según
la cultura tienen diferentes significados: el alma pura del ser humano, el
renacimiento, la paz. Pero sus alas realmente no son azules, las vemos azules,
como resultado de la magia de la naturaleza, como regalo del don divino o como
consecuencia de la luz azul que reflejan sus cristales fotónicos. Para mí sólo
significa esperanza. Me nutre de fe en nosotros los seres humanos, hay hombres y mujeres trabajando por conservar el hábitat de tantas
especies como la mariposa azul, que es una bendición. El mundo evoluciona y a
la par la conciencia humana por conservarlo. Mientras un ecosistema muere,
alguien está educando a la nueva generación mediante los principios del
desarrollo sustentable y también lo está llevando a la práctica. Sé que es una misión difícil y más desde el estilo de vida de la sociedad actual. Comencemos con pequeñas acciones.
Depende de cada uno
de nosotros que nuestros sucesores puedan conocer a la mariposa azul, que se
deleiten en el batir de sus gigantes alas y que no sólo tengan referencias de
ella en las leyendas que cuentan los distintos pueblos del mundo.
P. D.: ¿Contribuyes o destruyes?
P. D.: ¿Contribuyes o destruyes?